Evaluamos cómo impactan los atentados terroristas en el turismo de un país

Seguramente para quienes viven en las ciudades que han sufrido o están bajo amenaza terrorista, las cosas no cambian demasiado en materia turística. Pero es más que natural que el turismo se vea golpeado por estos problemas. Los atentados terroristas asustan mucho al turismo y esto se está empezando a sentir con fuerza en Europa, continente que, a su vez, es el que más turistas recibe al año: alrededor de 584 millones el año pasado, con Londres y París entre las más visitadas. Sin embargo, perdimos visitas desde la ola de atentados terroristas, especialmente, desde el ataque a París, del que hablaremos a continuación.

Si bien, en algunos puntos del globo este tema es más duro que en otros, a continuación analizaremos algunos de los principales casos de centros turísticos que han sentido el efecto colateral del terrorismo: la caída del número de sus visitantes.

El caso de Paris

El 13 de Noviembre del 2015, el ataque terrorista del grupo ISIS en la capital francesa terminó con la vida de 120 personas y decenas de heridos. Pero este no fue el primer ataque sufrido por la ciudad de las luces, ya que en enero del mismo año, el semanario Charlie Hebdo sufrió un golpe que se llevó consigo a 12 personas. Tras los ataques, las reservas hoteleras cayeron en un 50%. De hecho, tan solo 72 horas después de los atentados de noviembre, el hotel Le Bristol de París, recibió cancelaciones masivas por importe de medio millón de euros en reservas perdidas.

Los analistas franceses estiman que, los ataques terroristas de París tuvieron un costo de  2.000 millones de euros, es decir, el 0,1% de su PIB.

El caso Belga

Los recientes ataques en Bélgica repercutirán (se cree) en el turismo del país de la misma forma que pasó en París, con la particularidad de que en Bruselas viven 21.000 funcionarios que regulan el mercado único europeo y que es la ciudad que alberga cientos de multinacionales estratégicas. Por si fuera poco, en Bélgica, a solo 45 km de la capital, se encuentra el segundo mayor puerto de Europa, el de Amberes, seguido solo por el de Roterdam y que trasporta un promedio de 190 millones de toneladas de carga cada año. La policía belga ha quedado mal vista y la falta de seguridad ha reducido el deseo de los viajeros de conocer dicho país.

El caso del 11 – S en Estados Unidos

Siguiendo las conclusiones de la Travel Industry Association of America, en un informe del 2003, los ataques terroristas tienen un impacto negativo inmediato en el turismo. En el caso de Estados Unidos, el 11-S, que marcó un antes y un después en la historia del terrorismo, supuso la desaparición de 375.000 puestos de trabajo en el sector turístico del país.

El caso de Kenia

En África también se siente el golpe del terrorismo en el turismo. Si tomamos en consideración el caso de Kenia es fácil notar que, tras el atentado a la embajada de Estados Unidos en Nairobi y un hotel en Mombasa, la economía se ha visto muy afectada. Su Federación de Turismo suspendió vuelos internacionales, lo que redujo en 90% el tráfico de personas provenientes de Europa. Se perdieron unos 500.000 puestos de trabajo directos en sector turismo y hasta 2,5 millones indirectos. Llegados a este punto, muchos se preguntan si es este el verdadero objetivo del terrorismo: la destrucción de la economía de los países contra los que luchan.

El caso de Turquía

En Turquía, el impacto ha sido brutal: en los últimos meses, siguiendo las estadísticas publicadas por el diario The Telegraph, se ha visto reducido en un 34,7% el número de turistas, dejando de ser el sexto país del mundo en turismo. Un golpe durísimo para la economía del país.

Egipto es otro de los países amenazados que ya sienten el problema. Los terroristas, según Jonathan Essner, analista del caso, eligen los centros muy concurridos porque así crean una puerta de entrada propagandística más potente hacia el mundo occidental.

Para concluir el artículo, queremos compartir con vosotros, una reflexión del teórico R. Castel que nos ha impresionado: las sociedades modernas, con todos los bienes materiales y protecciones, son las mismas donde el sentimiento de inseguridad atraviesa todos los estratos sociales. Quizás la inseguridad moderna no sería la ausencia de protecciones si no todo lo contrario, una manía incesante de buscar seguridad.

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